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Labios de Trapo

EL PASADO.

EL PASADO. ¿Qué me está pasando? Todo lo que hago es recordar aquellos besos cuando sé que jamás podrán repetirse. Mi casa es más grande desde que te perdiste en las sombras largas del atardecer, empapado en lágrimas y desolación. Te aseguro, sin embargo, que no es mejor aquí... No se vivir sin tu calor, tus besos, tu apoyo. Las estrellas, que antaño eran para mí absoluta paz y felicidad se han transformado en un continuo tormento, me abruma estar tan desprotegida ante el mundo, sola ante la inmensidad que veo a mi alrededor.
Bien sé que había llegado un momento en que se trataba de comenzar a vivir de nuevo o mantener una situación sin salida y morir poco a poco en lo que sería una agonizante enfermedad del alma... Pero es tan duro hacer cosas sin querer, dirigirse hacia algo incierto y dejar aquello que tanto tiempo se ha amado y cuidado, sin saber si lo que espera es mejor. Encuentro mi futuro más incierto que nunca, y aun sabiendo que tengo que emerger y recuperar las riendas de mi vida, no puedo evitar las lágrimas melancólicas al mirar al pasado, pues todo me recuerda a ti, estás en todas las caras que veo, oigo tu nombre dondequiera que vaya, porque sigues siendo todo para mi.
Aún pronuncio tu nombre en un lamento fúnebre cada vez que llego a casa, sabiendo que no estás, y la soledad me invade, me hiela los huesos y me trae aromas de la felicidad que en un momento sentí a tu lado.
Los pilares de mi vida se desmoronan poco a poco, desgastados por la acción del tiempo y las continuas tormentas que sufro en mi interior.
Por alguna razón no puedo dejar de soñar tu silueta en la cama cuando las gélidas sábanas me rozan y me atraviesan el alma. Has dejado un espacio irremediablemente vacío que, por más que pasa el tiempo, no soy capaz de llenar... no sé si realmente hay alguna solución a mi tormento irreparable, mi estúpida obsesión, mi punzante desgracia.
Y en momentos de extrema angustia llego a plantearme el dejar de luchar...
¿para qué? Mis ojos desolados distorsionan la realidad, todos mis sentidos me engañan, no puedo siquiera confiar en mi razón, pues mi lamento incontrolable domina cada rincón de mi alma sin darme tregua alguna y haciendo de la vida una continua, tortura que no ha de cesar hasta la muerte.

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